Alejandro, el hombre que pudo ganarle al desamparo
Fue chico de la calle, abandonado en un hospital con un cuadro severo. Sufrió un trasplante de hígado, vivió cinco años en el Gutiérrez y terminó en un instituto.
De ese mundo lo rescató un médico. Ahora, ambos subirán al Lanín. Y reclama que le paguen por su trabajo.
Con 35 años, Alejandro Irala se propone plantar la bandera del Incucai en la cima del Lanín.
La escena no es surrealista sino hiper: un chico de la calle, que ya no es de la calle y mucho menos un chico, sentado en un departamento prestado de una coqueta torre en Caballito. El chico de la calle que ya no es chico ni de la calle se llama Alejandro Irala, fue operado hace años –tuvo un trasplante de hígado– y parece ser el paciente de mayor antigüedad con sobrevivencia en este tipo de cirugías de un hospital público, el Argerich. Frente a él está sentado Fernando Murias, que es médico, pero que nada tiene que ver con el trasplante, porque es pediatra. Sin embargo, Murias e Irala están ligados indisolublemente desde hace un cuarto de siglo, más o menos, cuando Murias sí tenía vínculo como pediatra con Irala, para esa época internado en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y a punto de ser desahuciado por la medicina pública porque no tenía ni hígado en funciones ni plata para esperar un cambi. Murias le dio mucho más que albergue. Veinticinco años más tarde, Irala y Murias, sentados frente a frente en el departamento prestado, dan la entrevista para anunciar su próximo paso hiperrealista: treparán hasta la cima del Lanín, para clavar la bandera del Incucai (por lo del trasplante) y para reclamar a la administración porteña el pago del salario de Irala como camillero de hospitales que la comuna le adeuda desde hace un año. Tiempo y monto suficientes para que cualquiera, sea o no chico y de la calle, se sienta con derecho a reclamar desde cualquier punto del país. Incluida la cima del Lanín.
Fue chico de la calle, abandonado en un hospital con un cuadro severo. Sufrió un trasplante de hígado, vivió cinco años en el Gutiérrez y terminó en un instituto.

Con 35 años, Alejandro Irala se propone plantar la bandera del Incucai en la cima del Lanín.
La escena no es surrealista sino hiper: un chico de la calle, que ya no es de la calle y mucho menos un chico, sentado en un departamento prestado de una coqueta torre en Caballito. El chico de la calle que ya no es chico ni de la calle se llama Alejandro Irala, fue operado hace años –tuvo un trasplante de hígado– y parece ser el paciente de mayor antigüedad con sobrevivencia en este tipo de cirugías de un hospital público, el Argerich. Frente a él está sentado Fernando Murias, que es médico, pero que nada tiene que ver con el trasplante, porque es pediatra. Sin embargo, Murias e Irala están ligados indisolublemente desde hace un cuarto de siglo, más o menos, cuando Murias sí tenía vínculo como pediatra con Irala, para esa época internado en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y a punto de ser desahuciado por la medicina pública porque no tenía ni hígado en funciones ni plata para esperar un cambi. Murias le dio mucho más que albergue. Veinticinco años más tarde, Irala y Murias, sentados frente a frente en el departamento prestado, dan la entrevista para anunciar su próximo paso hiperrealista: treparán hasta la cima del Lanín, para clavar la bandera del Incucai (por lo del trasplante) y para reclamar a la administración porteña el pago del salario de Irala como camillero de hospitales que la comuna le adeuda desde hace un año. Tiempo y monto suficientes para que cualquiera, sea o no chico y de la calle, se sienta con derecho a reclamar desde cualquier punto del país. Incluida la cima del Lanín.
Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-95266-2007-11-26.html (la nota es mucho mas amplia)
Pudo haber sido mas facil, mirar para otro lado.
Pudo haber sido mas facil, esgrimir una frase que acalle la conciencia.
Pudo haber sido mas facil, echarle la culpa al "estado", como si no fuesemos parte de el.
Pudo haber sido mas facil, "ponerlo en oración".
Pudo haber sido mas facil, acomodarle el cartel de "desecho social", y dejarlo.
Sin embargo, el bienventurado Doctor Murias, tal vez ignorando las Escrituras, se hizo hacedor de ella.
"Peca el que menosprecia a su projimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado" Proverbios 14:21
Hasta pronto. Un abrazo
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